Seguro que todos hemos oído hablar de Couchsurfing; o conocemos a alguien que ha compartido su coche a través de Blablacar; o que ha buscado un alojamiento alternativo al típico hotel a través de Airbnb. Incluso es posible que hayamos colaborado en algún banco del tiempo, o que nos resulten familiares fórmulas como la de la moneda social.
Quizás nos parezcan más extraños conceptos como redes distributivas y consumo colaborativo. En Estados Unidos lo llaman sharing economy. Pero, al fin y al cabo, tanto con los ejemplos como con las ideas estamos hablando de lo mismo: de un fenómeno de intercambio surgido al albur de Internet, la crisis económica y la nueva organización social que estos cambios están generando.
Estas iniciativas de negocio –planteadas ya sea con el objetivo del beneficio monetario, ya sea con el de la compensación en bienes y servicios- crecen para satisfacer necesidades que la economía tradicional ya no es capaz de tapar. Van contra el despilfarro y a favor del medio ambiente. Sin embargo, esto no gusta a todo el mundo, y la presión de algunos lobbies, especialmente los del sector turístico, amenazado por la competencia del trueque de alojamientos y vehículos, se lo pone difícil a estos proyectos. Para muestra, basta echar una ojeada al caso de Airbnb.
¿Qué puedes ofrecer? ¿Qué estás buscando?
Participar en esta economía del trueque inserta al individuo dentro de una red de carácter distributivo; es decir, en una estructura en la que todos sus elementos pueden relacionarse al mismo nivel, sin jerarquías y –casi- sin intermediarios. Para decidir en qué webs implicarse, hay que hacerse dos preguntas: qué puedes compartir y qué necesitas.
- Un alojamiento vacacional: consulta Couchsurfing, Airbnb o Wimdu. Si tienes una casa para intercambiar, puedes explorar Knok o MyTwinPlace.
- Un trayecto en coche: Blablacar, Amovens o Carpooling permiten compartir los gastos de gasolina o desplazarse por caminos alternativos a los de autobuses y trenes. Para estudiar un alquiler de coches entre particulares, SocialCar.
- Gastronomía local en casas de particulares: ver SocialEaters o EatingAbroad.
- Intercambio de servicios, clases particulares, sesiones de peluquería o belleza, etc.: consultar la web de los bancos del tiempo locales.
¿Por qué funcionan estas iniciativas?
El auge de muchas de estas propuestas es palmario pero, ¿por qué son tan exitosas? Andrés Romero analiza las razones por las que Airbnb va como un tiro. En general, habría que sumar factores como el ahorro de dinero, las posibilidades de planificación y toma de decisiones que da la información disponible en Internet y la pulsión social por encontrar caminos alternativos ante el fracaso del modelo económico actual.
Pero no todo es de color de rosa y, al igual que una compra en el mercado tradicional, una transacción en la economía colaborativa también puede desembocar en una mala experiencia, como recuerda Manuel Ángel Méndez. En resumen, que a la hora de sopesar si lanzarse o no a los brazos de estas propuestas hay que tener en cuenta pros y contras y situaciones personales.