Si eres bloguero, redactor o periodista seguro que te sientes identificado con la siguiente situación. Un día te marcas un post que te parece magnífico: el tema es interesantísimo, está cuajado de datos e ideas bien argumentadas, el hilo conductor es claro, el texto fluye como un río, el vocabulario es rico porque estás particularmente inspirado… y además has encontrado unas imágenes estupendas para ilustrarlo. Resulta que lo publicas, lo difundes en redes sociales y apenas obtiene eco. Además, registra un volumen de visitas muy bajo.
En cambio, otro día escribes un artículo del montón, de esos en los que te da la sensación de que vas uniendo las palabras con pegamento, el asunto te parece trivial y no crees que lea ni tu propia madre, con todo lo que te quiere. Lo compartes en las redes sociales casi con vergüenza y, ante tu sorpresa, se convierte en un fenómeno viral y los clics en tu sitio web se multiplican.
“¿Por qué? ¿Por quéeeeee? No entiendo nada…”, te dices mientras miras la pantalla del ordenador con cara de estupefacción. La respuesta es muy simple: tus gustos no coinciden con los de público objetivo. Ahhhhh, cierto. ¿Y cómo saber qué pide esta gente? Pues vamos a contarte lo que dicen la experiencia y los estudios; luego, el resto corre de tu cuenta.
¿Qué criterios determinan si un contenido funciona o no?
En primer lugar, es necesario elegir qué métricas determinan qué pieza es interesante para tu target y cuál no ha calado lo suficiente. Podemos hacerlo teniendo en cuenta dos ámbitos:
- Repercusión en redes sociales: medimos el número de “Me Gusta”, así como los comentarios y compartidos y la calidad de estos (quién lo comparte, si es o no un líder de opinión en su sector, si las aportaciones son positivas o críticas…).
- Efectos en nuestro sitio web y en nuestro negocio: revisamos cuántos clics ha obtenido la publicación y si durante su ciclo de vida han aumentado el volumen de páginas vistas, los leads y las ventas; esto último, sobre todo si tenemos un comercio electrónico.
¿Qué tipos de contenido prefieren los internautas?
Agencias y expertos han efectuado diversos estudios para establecer qué clase de contenidos destacan en Internet.
- Uno de BuzzStream y Fractl apunta que lo que más comparten los usuarios en redes sociales son noticias y artículos de ocio y viajes. En cuanto al formato, ganan por goleada las listas, seguidas de posts cuyo titular arranca con la palabra “Cómo…”.
- Otro de Quicksprout, centrado exclusivamente en Twitter, corrobora que lo que triunfa son las listas y los artículos de instrucciones para lograr un objetivo.
Cabe atribuir este éxito de las enumeraciones al hecho de que sean textos con títulos que hacen una promesa concreta, que permiten hacer una rápida lectura-escaneo o revisar solo una parte si andamos con prisa o si la pieza nos aburre. Características especialmente apreciadas en la era de la navegación móvil y la vida acelerada.
Razones por las que un contenido no cuaja en redes sociales
Pero, incluso aunque hayamos elaborado una lista o un manual, es posible que nos demos de bruces contra una fría acogida en las plataformas sociales. Algunos motivos pueden ser:
- La fecha o la hora de publicación no han sido las idóneas, pues han coincidido con franjas de tiempo en las que nuestros potenciales lectores no estaban activos.
- Hemos colgado nuestro contenido en una red social que no frecuenta nuestro público objetivo.
- Hemos promocionado nuestro post entre un conjunto de personas cuyas características reales no casan con las de aquellos individuos que podrían estar interesados en lo que les contamos.
También le podemos echar la culpa al algoritmo de Facebook… o, si todo esto no explica el fracaso, pensar que, aunque tu ego se resista, tu contenido no era tan bueno como pensabas.
Vocación contra clics: ¿qué hacer?
Como vemos, acertar con tu estrategia de elaboración y promoción de contenidos -ya sea con objetivos de branding, captación de leads, posicionamiento web o impulso de las ventas- es una tarea bastante compleja. Además, es muy probable que, a raíz de estas revelaciones, se haya desatado una guerra en tu interior entre tu vocación y la necesidad de obtener resultados. Una voz te grita: “¡Estoy de las listas hasta la coronilla!”. Y otra la apacigua: “Pero tienes que hacer posts que consigan clics, no artículos para ganar el Pulitzer”.
Desde mi punto de vista, los redactores web tenemos una responsabilidad, y es no caer siempre en lo facilón, aunque parezca que es lo que gusta a los internautas. Porque si no, como explica David Jiménez en Sexyperiodismo, “el lector se acostumbra a leer paridas, echándolas en falta cuando no las encuentra”. Y considero que Internet debe ser mucho más que un nido de trivialidades.
No obstante, no está de más presentar la calidad en un envoltorio atractivo, algo que Jaume Vicent nos propone con su idea de “redimir las listas”. Es decir: si la gente te pide listas, dáselas… pero, por favor, que sean fruto de un buen trabajo de documentación y reflexión, no una acumulación de “paridas”.