Los médicos curan gente. Los abogados defienden a las personas en un juicio. Los dependientes venden cosas en una tienda. Los albañiles construyen casas. Pero… ¿y los que trabajamos en una agencia de marketing digital… qué hacemos? ¿Sabemos explicarlo? O, mejor dicho, ¿sabemos explicarlo en un entorno externo al nuestro, donde hablar de URL, metadescripciones, el business manager o los enlaces “nofollow” suena a lenguaje de otro planeta?
En Súmate hemos querido hacer un sondeo informal para comprobar el conocimiento que tiene un español medio acerca de lo que implica nuestro trabajo. Y qué mejor que utilizar como encuestados ¡a nuestros propios padres! De este modo, hemos podido comprobar si hemos sido lo suficientemente didácticos al detallarles cómo nos ganamos la vida; y si entender este aparentemente intrincado mundo está al alcance de cualquiera.
La principal conclusión que hemos extraído es que existen cuatro tipologías de padres: los enterados, los que están bien aleccionados, los que oyen campanas y los que se encuentran muy preocupados por los peligros que entraña el marketing online.
1. El padre enterado
El paradigma de padre enterado es el de Antonino Arcudi. El señor Arcudi es consciente de que su hijo “trabaja con los ordenadores para mejorar páginas web, para que aparezcan en Google”. Antonino afirma que su padre tiene cuenta en Facebook y en Amazon, así que se encuentra a la vanguardia de los progenitores apañaos.
Mientras, la madre de Mara Miguel es capaz de exponer con absoluta solvencia el objetivo de su labor y de Súmate en general. Según ella, en la agencia buscamos “ayudar a clientes internacionales para que sus sitios web aparezcan en las primeras posiciones de Google y de otros motores de búsqueda”.
También están muy al día los padres de Marta Delgado y Trinidad Yera, nuestras responsables de Administración y Finanzas, ya que son capaces de definir que sus hijas se dedican a una mezcla de tareas que incluye “hacer papeles”, “llevar las cuentas de las empresa” y organizar “eso de las nóminas”.
Finalmente, sin salir del top de los padres enterados, el de Elena Rey lo tiene muy claro: “Eso no tiene mucho futuro, ¿no?”, contesta siempre a Elena cuando esta intenta instruirle en los secretos del SEO copywriting.
2. El padre bien aleccionado
Mientras, algunos padres saben componer correctamente una definición del trabajo de su vástago… pero no serían capaces de desarrollar el significado de cada una de las palabras que la forman. Este es el caso del mío, a quien le he enseñado a decir que su hija “escribe contenidos para páginas de Internet”. Creo que sí sabe qué quiere decir “escribir”; ahora bien, qué es un “contenido” o una “página de Internet” ya se encuentra fuera de su marco de conocimientos.
Los padres de David Sánchez, por su parte, se han aprendido muy bien que su hijo es “consultor SEO” y, con algún que otro ejemplo práctico, han llegado a comprender que David “ayuda a que las empresas aparezcan en Google”. Eso sí, a la hora de contárselo a los demás, el reto se complica. David señala que “ellos dicen todo orgullosos que trabajo de consultor SEO, y ante la cara de póquer del receptor acaban aclarando que me dedico a cosas de Internet”. “Pero eso no es nada: mi cuñado sigue pensando que soy informático y que hago páginas web”, remata David.
Beatriz González apunta que sus progenitores son muy prudentes. Para ellos, Bea forma parte de “una agencia de marketing online”, donde hace “trabajos de marketing, sin más detalles”. Esta ausencia de detalles en su explicación tiene un motivo: “Desconocemos el mundo digital”, apostillan.
3. El padre que oye campanas
Una gran mayoría de los padres ha oído campanas, ha escuchado algún concepto válido y lo ha mezclado con sus propios referentes para crear una explicación a su gusto. En este ámbito, como en casi todo, menos es más, y así lo demuestran los padres de Mercedes Martín, que suelen señalar que su hija se dedica, simplemente, “a Internet”.
Internet, de hecho, es el denominador común. El padre de Jessica Hoya apunta que esta destina su jornada laboral a “hacer anuncios y publicidad por Internet”, mientras que su madre está convencida de Jessica “trabaja para empresas muy grandes usando el ordenador y hace publicidad para que ellos puedan transformar sus cosas y conseguir clientes”.
En esta misma línea se pronuncian los padres de Esther Morales, quienes satisfacen la curiosidad de amigos y conocidos con un escueto resumen: Esther “hace publicidad en Internet”.
La madre de Anne Christine Klein presume ante sus amigas de que Anne colabora con «grandes marcas de ropa internacionales», desempeñando tareas que tienen que ver con la «traducción». De este modo, consigue que siempre le pregunten sobre lo que va a estar de moda cada temporada, aprovechando la supuesta línea directa de su hija con los mejores modistos.
Cuando entran en juego los padres de Marcos Rodríguez, diseñador gráfico, la cosa se complica. Para la madre de Marcos, este “coge letras, fotos, texturas, hace ilustraciones y lo organiza todo para que quede bonito para el cliente”. Su abuelo es, incluso, más directo: “si hay que hacer una lámpara y hay varias formas de diseñarla”, Marcos es quien decide “qué forma es la mejor”.
Sin salir de nuestra área de creatividad, en casa de Juan Manuel Zarza están hechos a la idea de que su hijo trabaja haciendo «películas de Disney».
4. El padre preocupado
Nuestros padres siempre, siempre se preocupan por nosotros. Y también, por supuesto, por los riesgos que supone nuestra profesión. La madre de Ana Rodilla está al tanto de que esta trabaja “en Internet, haciendo cosas para Google”, pero lo que más le inquieta es que para ello es imprescindible “pasar mucho tiempo sentado”. Y eso, como sabe cualquier progenitor, no es nada bueno.
Por su parte, la madre de Cristina Acebedo, nuestra asesora legal, piensa que en las agencias de marketing digital nos dedicamos a “escuchar conversaciones telefónicas, espiar emails y whatsapp privados y mirar a las personas a través de la cámara web de su ordenador para saber qué costumbres tienen, con quién hablan y con quién no, y qué les dicen a sus amigos y familia sobre lo que se quieren comprar”.
Esta curiosa concepción de nuestras tareas nace, según Cristina, de una ocasión en que pretendió adquirir un aspirador de agua. “Yo le mandé un montón de links al Whatsapp con diferentes modelos y ofertas de aspiradores, en los que ella se metió. Luego se conectó a su ordenador… y comprobó con sorpresa que no hacían más que aparecerle anuncios de aspiradores de agua”. “Desde entonces -continúa Cristina-, ha tapado la webcam de su ordenador y cuando hablamos por teléfono me dice las marcas mediante adivinanzas”. Es decir, con acertijos del tipo “¿Te acuerdas de la marca esa de vestidos que estaba en El Corte Inglés al fondo a la derecha, que atendía esa chica tan maja y que le gusta mucho a mi amiga Charo? Pues quiero un vestido de esos para Reyes”.
Desde luego, la madre de Cristina tiene razón: la Navidad se echa encima y ya va siendo hora de que pensemos en los regalos de Reyes de nuestros padres. Porque si algo hemos sacado en claro de nuestra pequeña encuesta es que ellos nos van a adorar toda la vida, aunque no entiendan ni torta de nuestro trabajo 😉