WhatsApp, ¿por qué te disfrazas de lo que no eres? | Súmate

3 de marzo de 2017

Escrito por Gema Diego

No bastaba con contarle qué estábamos haciendo a Snapchat, a Facebook, a Instagram… sino que, desde hace unos días, WhatsApp también nos pide que lo hagamos. El lanzamiento de los nuevos estados de WhatsApp, es decir, fotos y vídeos que el usuario puede compartir con sus contactos y que únicamente se encuentran accesibles durante un periodo de 24 horas, no ha gustado a los internautas. Y no lo ha hecho por un motivo muy claro: WhatsApp está claramente identificada en el imaginario colectivo como una app de mensajería, así que, ¿por qué debería incorporar una funcionalidad propia de una red social y que ya existe en muchas otras plataformas? ¿Dónde reside la necesidad de esta actualización?

La queja ha sido tan ensordecedora que, tan solo una semana después del lanzamiento de los nuevos estados, WhatsApp ha decido dar marcha atrás, eso sí, parcialmente. La actualización incluía la eliminación de los antiguos estados, los mensajes permanentes que se resumían por defecto en el famoso “Hey there! I’m using WhatsApp”, algo que WhatsApp ha prometido recuperar en breve, en coexistencia con las historias efímeras recién implementadas.

 

¿Están perdiendo las redes sociales su halo de exclusividad?

Uno de los principales motivos para abrirse un perfil en una red social es la exclusividad, es decir, el hecho de tener acceso a contenidos y funcionalidades fuera del alcance de quienes no son miembros del club. Si todas las redes sociales comienzan a ofrecer lo mismo, esa sensación de exclusividad se diluye y estas pierden atractivo para sus usuarios, que pueden reaccionar abandonándolas (recordemos la larga lista de redes sociales que han pasado a la historia; la última de ellas, Vine) o reduciendo su nivel de interacción.

En el caso de WhatsApp, al tratarse de una app de mensajería, lo más probable es que el usuario medio tenga incluidos en ella contactos con los que jamás se relacionaría en Facebook, Instagram, Twitter o Linkedin. Pensemos en aquel cerrajero que llamamos una vez porque se nos olvidaron las llaves, en la clínica de fisioterapia a la que acudimos cuando tenemos una contractura o en aquel amigo de un amigo con quien tuvimos que hablar para hacerle un favor a un tercero. ¿Tiene sentido que le contemos a toda esta gente “historias” que se autodestruyen en 24 horas acerca de nuestra vida?

Si bien es cierto que podemos gestionar nuestras opciones de privacidad para que los estados se muestren solo a quienes nosotros designemos, cabe preguntarse si merece la pena molestarse en realizar en WhatsApp una publicación que ya efectuábamos con mayor convicción en otras redes que llevan la generación de contenido efímero en su ADN, como Snapchat. ¿Por qué no se molesta Facebook en perfeccionar y aprovechar los puntos fuertes de WhatsApp, en vez de forzarla a imitar a otras plataformas y a disfrazarse de lo que no es?

 

A cada red social, su mensaje publicitario

Al igual que como usuarios no nos comportamos igual en todas las redes sociales -ni queremos utilizarlas para los mismos fines-, como anunciantes no podemos pretender emplear los mismos mensajes en diferentes plataformas. Siempre debemos adaptarnos teniendo en cuenta cuestiones como:

  • La tipología del producto o servicio que queremos publicitar. Hay elementos que se integran muy bien en el tono de comunicación de una red determinada, pero que chirrían en otras con diferentes características.
  • La longitud óptima de los mensajes. En este aspecto siempre pensamos en los famosos 140 caracteres de Twitter, pero en otras plataformas, aunque no exista un límite técnico, sí es conveniente mantenerse dentro de los rangos aconsejados a la hora de redactar el anuncio.
  • La variedad en las creatividades. No nos conformemos nunca con hacer una creatividad modelo y replicarla en todas las redes. Para conseguir el mejor resultado, es imprescindible no solo diferenciar las creatividades por plataformas, sino también plantear varios modelos para cada una de estas. El avance de las campañas y el estudio de los datos de rendimiento nos permitirá optimizar y quedarnos con las que mejor funcionen.

Para rematar, debemos tener cuidado con la activación por defecto de las promociones en plataformas interconectadas. Es el caso de lo que ocurre con los posts patrocinados en Facebook, puesto que, si no lo corregimos manualmente en la configuración, estos se muestran automáticamente también en Instagram. Y sobra decir que un contenido que puede funcionar muy bien en Facebook no tiene por qué hacerlo en otra red de componente netamente visual.

¡Sí, quiero saber más!

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