Ofrecer productos o servicios digitales dentro de la UE constituye una actividad altamente compleja a nivel fiscal ya desde este 1 de enero de 2015. La culpa la tiene la directiva comunitaria 2008/8/CE, que entró en vigor en esa fecha y que introduce un cambio fundamental en el sistema de tributación sobre el valor añadido: las transacciones pasan a gravarse con el IVA del país del comprador, en vez de aplicar el del estado donde se encuentre radicada la empresa vendedora, como hasta ahora.
A priori, esta modificación presenta una apariencia positiva para las start-ups y los pequeños negocios, ya que en cierto sentido iguala sus condiciones de competencia con las de las grandes compañías, aquellas con capacidad para mover su sede fiscal en función de sus intereses. Este último es el caso de Amazon, ubicada en Luxemburgo, que hasta ahora solo tenía que gravar sus ebooks con un IVA superreducido del 3%, frente al 21% que debían asumir los distribuidores españoles. Así las cosas, la nueva directiva hará que todas las empresas, estén donde estén, afronten los mismos niveles de IVA, modulados únicamente por las normas fiscales de aquellos lugares donde realicen sus ventas.
Tal será el efecto de la directiva que las primeras previsiones apuntan a que Luxemburgo perderá unos 800 millones de euros al año, mientras que Reino Unido y Alemania verán engordar sus arcas públicas en 350 millones de euros anuales, respectivamente.
No obstante, no es oro todo lo que reluce y, aunque la cara de la moneda parezca muy atractiva, la realidad es que la cruz esconde un buen puñado de perjuicios que podrían complicar la supervivencia de las pymes y los emprendedores digitales.
Más allá de lo evidente: efectos negativos de la nueva directiva
Entre este reverso de inconvenientes para los negocios digitales en expansión, encontramos:
- La incertidumbre acerca del funcionamiento de las MOSS (Mini One-Stop Shop), una especie de ventanillas únicas creadas por las agencias tributarias de los diferentes países para que las empresas solo tengan que registrarse una única vez en el lugar donde tengan su sede fiscal. En principio, será posible efectuar todas las gestiones fiscales relacionadas con el IVA desde ellas, pero aún se desconoce si supondrán una ayuda o un engorro.
- El aumento de la carga de trabajo para plantillas que ya estaban asumiendo un gran esfuerzo -al tratarse de negocios emergentes- y que tendrán dificultades para contratar a especialistas o adquirir los conocimientos necesarios en materia de impuestos.
- Cara al consumidor, ya hay distribuidores que han anunciado un encarecimiento de sus precios para cubrir esta diferencia de tributación en la venta de sus servicios.
A la postre, la directiva incide en la fragmentación del mercado europeo y contribuye a apuntalar las fronteras, en vez de caminar hacia a una armonización fiscal de todas las legislaciones estatales.
Según señala Roald Schoenmakers, director general de Súmate, se trata de una norma que “beneficia a grandes empresas y perjudica gravemente a las pequeñas, que son las que tienen que pagar el pato”. “Es otro típico caso en el cual el Estado pone el carro delante del caballo”, puntualiza Roald.
Cómo prepararse para aplicar el nuevo IVA europeo digital
Siguiendo los consejos de Sage, a efectos prácticos el mayor problema será establecer de manera fidedigna la ubicación del comprador para aplicar el IVA correcto a la transacción. Esta se determinará en función de la localización de la línea fija a través de la cual se efectúe el intercambio, o bien de acuerdo con el código de la tarjeta SIM del teléfono -si se utiliza una red móvil-.
En todo caso, será necesario contrastar esta información para ver si coincide con la dirección de facturación, la dirección IP del dispositivo desde el cual se conecta el cliente y los datos bancarios de la cuenta indicada para el pago.
